lunes, 28 de julio de 2014

Fiestas Patrias: ayer y hoy

Asisto a una nueva celebración de Fiestas Patrias. Hace unas semanas fui al colegio de niños especiales 'Fray Masías', de Surco, y me quedé sorprendido. En dicho centro, la recordación de la fecha patria era tan intensa que, en el concurso de mejor ambientación de la costa, una alumna hizo de 'tapada limeña'. Mientras tanto, las regiones de la selva y sierra eran adornadas con muñecos de reciclaje: cóndores, otorongos, tortugas, alucinantemente realistas. En la costa, esta niña estaba allí, como hace siglos andaban por el Jirón de la Unión las antiguas limeñas. No quería moverse delante de una gigantografía del antiguo Jirón de la Unión. Esa mañana, los niños con habilidades diferentes bailaron marinera, danzas amazónicas ('La Anaconda'), degustaron deliciosos platillos que compartieron con profesores, padres e invitados. Pero hago mención de ello porque al final -a la hora de las despedidas- todos me decían 'Feliz 28'. Ingreso al túnel del tiempo. En la década de los 70 y 80, la gente se saludaba: 'Feliz 28'.Se festejaban las Fiestas Patrias. Todos estaban identificados con Don José de San Martín, el Balcón de Huaura, el sueño en la Bahía de Paracas. ¿En qué momento se perdió eso?, me pregunto. Creo que Lima era otra.

Recién se poblaban los conos sur, norte y este. Era otro mundo que se construía silenciosamente desde los arenales. Tardarían más de treinta años para que su cultura pueda posicionarse en los sectores tradicionales. En esos años se bailaba rock, valses o salsa de La Fania All Stars, según el barrio. Hoy, en las fiestas del Regatas Lima de fin de año invitan a orquestas cumbiamberas, el 'Grupo 5' 'Los Hermanos Yaipén'. ¿Este fin de año bailarán con Corazón Serrano? El estilo de vida de los peruanos ha cambiado tremendamente en estas tres décadas. Comas e Independencia eran barrios populosos con miles de pobladores que tenían que viajar horas para asistir a un cine o comprar ropa en un gran almacén como Plaza San Miguel. Un visionario proyectó el Megaplaza, en Independencia. Algunas voces decían que era una locura. Así se construyó uno de los centros comerciales más importantes del país. Un emporio comercial moderno donde se exhiben las mejores marcas de todo el mundo. Es sintomático que este boom empresarial se haya producido en sectores que una década antes eran catalogados por la policía como zonas rojas, lo que constituye un tremendo fenómeno. Esa es la primera reflexión que quiero hacer en estos días de Fiestas Patrias. También celebro que todavía lleguen verdaderos circos por acá. Pero la verdad he visto muchos circos buenos, los verdaderos de Moscú, porque los rusos eran capos con sus carpas, aunque más recuerdo con ternura y nostalgia aquel circo barato al que nos llevaron a mí y a mi hermano mis viejos, a la vuelta de mi casa, donde las principales estrellas eran unos perros Bóxer que jugaban fútbol con globos. Cómo gritábamos los goles de los perritos que tenían la camiseta de Perú contra la de Chile.

Recuerdo las lecciones que de niños nos daban en el colegio. El 28 de julio de 1821, el libertador argentino don José de San Martín convocó a un cabildo abierto y, desde un balcón en la Plaza Mayor de Lima, ante unas 16 mil personas, proclamó la independencia del Perú con las célebres palabras: 'El Perú, desde este momento, es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende'. En realidad, fue un acto simbólico. El virrey José de la Serna había huído de Lima solo unos días antes, el 6 de julio, no sin antes rogarle, a través de un emisario a San Martín, quien había llegado a la ciudad de incógnito, que velara por la integridad de los mil soldados españoles que se encontraban en los hospitales y por las familias nobles españolas que no pudieron huir por barco, pues el almirante chileno Cochrane, jefe de la escuadra naval libertadora, había tomado el Callao. Pero, como digo, fue una independencia simbólica, pues La Serna y su ejército español se movilizaban por la sierra central al mando del general José de Canterac. Es indudable la vital importancia que tuvieron San Martín y el presidente chileno Bernardo O'Higgins en la independencia del Perú, pues era el último bastión importante que le quedaba a España en sus colonias. San Martín, quien encabezó el movimiento libertario en Argentina y Chile, y el presidente sureño O'Higgins, coincidieron en que no podía haber una verdadera América libre si no se expulsaba a los españoles de su feudo en Perú. Por eso, en 1820 firmaron un acuerdo para emprender la cruzada libertaria en el Virreinato del Perú. Ambos países debían financiar la campaña y San Martín sería el jefe del Ejército y el almirante Lord Cochrane, el de la armada.

Lo demás es historia conocida. Llegó a Paracas y Pisco con su Ejército y sus barcos y allí, viendo los flamencos rojos y blancos (parihuanas), soñó con la bandera del Perú, Todo eso nos lo recalcaron en el colegio. Los 28 de julio me traen recuerdos imborrables, la parada militar a la que me llevó mi papá en 2006. El olor a excremento de caballo se mezclaba con los aromas de los anticuchos, del chocloate caliente, del ambulante en triciclo que vendía panes con apanado (una torreja de color marrón, que, dizque, era de carne molida con harina), hot dog o huevo y salsita caliente de tallarín chino o los clásicos panes con 'cabeza de chancho' con su salsita criolla. Y ni qué decir de los dulces: el sanguito con pasas, el mambo (especie de gelatina de colores) y las clásicas bombas con miel, las 'orejas de elefante', cachangas y el turrón. Eran los años maravillosos. Ahora, los tiempos han cambiado y el Perú está embarcado en la modernidad. Por ejemplo, la Marca Perú nos ha puesto en las grandes vitrinas del mundo como un país con gente talentosa y emprendedora, con un arte culinario envidiable y atractivos turísticos que nos ubican entre los primeros del mundo. ¡Feliz 28!

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