jueves, 30 de octubre de 2014

La conexión italiana

“Italia è ferma”. Estancada, inmóvil. Desde finales del 2011 su economía no crece y, por el contrario, se contrae todos los trimestres. Sigue rezagada en relación con otros países de la Unión Europea que, como España, ya empiezan a soñar con el fin de la recesión. Las últimas cifras de desempleo juvenil indican que el 44% de los jóvenes italianos no tiene trabajo. 
Pese a ello, Italia se las ingenia para seguir siendo una potencia mundial (la octava economía más grande del planeta), gracias, en parte, a la formidable capacidad e inventiva de sus pequeños y medianos industriales del norte, pero señaladamente gracias al sector servicios, que representa dos tercios de su economía. Un claro ejemplo es el turismo: Italia tiene 60 millones de habitantes, pero recibe 48 millones de visitantes al año, es decir, casi un segundo país entero que llega todos los años a consumir en hoteles, restaurantes, transportes, museos. 
¿Por qué está atracada Italia? Probablemente lo está desde que terminó el ‘boom’ de la posguerra, pero esa parálisis se mantuvo enmascarada detrás de unos niveles de gasto fiscal colosales: subsidios y prestaciones sociales que configuraron una versión propia del Estado de bienestar que hoy se reconoce insostenible, pero que es sumamente difícil desmontar.
Desde la crisis mundial de la deuda pública del 2008, conforme se fue desarmando el paradigma de las arcas estatales inagotables, han emergido más claramente dos de las más importantes trabas que amenazan con mantener a los italianos bajo el agua: la legislación laboral y la ‘tramitología’.
Lo dice, claramente, don Bernardo Caprotti, el legendario fundador de los supermercados Esselunga, importante cadena que factura 10 mil millones de dólares al año: el sistema laboral italiano está anclado en esquemas de hace más de 100 años, en los que los empleados que logran un contrato de trabajo de plazo indeterminado se hacen de un derecho indisputable a tener ese mismo empleo toda la vida e incluso, por presiones sindicales, a seguir haciendo lo mismo, aunque cambien los mercados y las tecnologías.
Capriotti cita el caso de 450 mineros de carbón de Cerdeña, a quienes el ex primer ministro Enrico Letta les aseguró que mantendrían su puesto hasta que muriesen, pese a que el carbón extraído no se utiliza más para producir energía. El Estado Italiano les pagará vitaliciamente para que sigan haciendo un trabajo que ya nadie necesita. El costo lo asumen todos los italianos en su recibo de electricidad.
En el rubro de los permisos, Capriotti resalta los plazos inimaginables que su empresa requiere para construir nuevas sedes. En Génova no es posible edificar nada; en Florencia está ad portas de inaugurar un local sobre un terreno comprado hace 44 años; y cerca de Milán sigue esperando permisos para construir un supermercado en lo que fue una planta de Pirelli, que compró hace 27 años. En promedio –dice– le toma diez años de trámites levantar una sede.
Hay dudas acerca de si Matteo Renzi, el energético primer ministro italiano de 39 años, podrá imponer sus ideas modernas y revolucionarias para empezar a cambiar estas cosas. Ojalá tenga éxito frente a un sistema político anquilosado. Si lo logra, haríamos bien en pedirle la receta para nosotros, como nos dieron en su momento las claves para preparar los tallarines y la pizza. Y mire usted qué bien nos fue con eso. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

El crimen organizado a la captura del poder


Las últimas elecciones regionales y municipales han evidenciado nuevamente el grave deterioro de nuestro sistema político. La presencia de la corrupción y el crimen organizado es cada vez más notoria. Los organismos electorales y la asociación Transparencia han recomendado urgentes reformas para corregirlo, pero la labor es de largo aliento: Jaime de Althaus sostiene que la gran tarea de los próximos años será la batalla por la institucionalidad, Martín Tanaka afirma que el tema central del 2016 será el desarrollo institucional y político, Carlos Meléndez subraya que lo que el Perú necesita ahora ya no es una reforma política sino un shock institucional. 
El símil con el shock de 1990 que liquidó la hiperinflación y los paquetes de medidas que ordenaron la economía en los años subsiguientes es atractivo. La diferencia es que la receta para estabilizar y recuperar la economía era conocida. Se requería convicción y un equipo técnico competente para aplicarla. En el campo político, en cambio, no hay recetas universales. 
La verdad, como decía Voltaire, es que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Lo ideal es un shock de reformas políticas que se aplique al inicio del próximo gobierno, durante su luna de miel con la opinión pública. Sin embargo, existen varias medidas claves para recuperar el sistema político que ya deberían ser aprobadas. El gobierno y los actuales parlamentarios no pueden abdicar de su responsabilidad.
El Congreso ha acertado al aprobar en primera votación la reforma constitucional para prohibir la reelección inmediata de presidentes regionales y alcaldes, tal como ocurre con la Presidencia de la República. Para algunos es un exceso y no garantiza nada, pero no cabe duda de que es un desincentivo a la corrupción que una autoridad sepa que podrá ser investigada por su sucesor y que le faltará tiempo para construir una red mafiosa como lo hicieron los reelectos César Álvarez en Áncash o Roberto Torres en Chiclayo. En ese campo, también es urgente corregir la ley de revocatoria para evitar su insensata proliferación, frecuentemente impulsada por la corrupción. Quedan pocas semanas para promulgar una ley que permita que el Perú deje de tener el dudoso mérito de ser el país con más procesos de revocatoria en el mundo.
Para combatir la corrupción, también es apremiante prohibir que postulen candidatos que hayan sido sentenciados por terrorismo, narcotráfico, corrupción y otros delitos graves. Que un ex delincuente haya cumplido su pena no quiere decir que esté arrepentido o completamente rehabilitado. Del mismo modo que un ex convicto no puede ser juez, tampoco debería ser presidente regional, alcalde o congresista. Es indispensable que esta ley se apruebe antes de que se convoquen las elecciones presidenciales y parlamentarias dentro de un año.
Pero la mejor barrera para evitar que oportunistas y mafiosos ingresen a la política es el fortalecimiento del sistema de partidos y los organismos electorales. La opinión pública tiene claro el camino: según Ipsos, el 90% está de acuerdo con que las elecciones internas sean organizadas obligatoriamente por la ONPE, el 88% con que el JNE pueda fiscalizar los ingresos de partidos y movimientos y sancionarlos si detecta irregularidades; y el 82% con que se eleven los requisitos para la inscripción de partidos y movimientos de manera que haya menos listas que postulen a una elección. 
Cuando las elecciones en los partidos sean organizadas por la ONPE y sus gestiones supervisadas apropiadamente por el JNE, será más fácil que la ciudadanía apoye la entrega de recursos públicos a los partidos y la eliminación del sistema de voto preferencial, tantas veces aprovechado por truhanes de diversa calaña para llegar al Congreso. Lamentablemente, es muy difícil que el actual Parlamento apruebe una reforma de esta naturaleza porque muchos de sus integrantes le deben su elección a este pernicioso mecanismo. 
Lo que nos regresa a la idea del shock institucional. Sin embargo, para que este sea viable, se requieren tres condiciones. Primera, que sea el fruto de un compromiso sincero entre los máximos líderes políticos del país. Segunda, que este sea impulsado por un consenso previo en la sociedad civil, que incluya a la comunidad empresarial. Y tercera, que todos entiendan que la reforma electoral no es una panacea, por lo cual no se debería aspirar a solucionar con ella todos los problemas políticos del país. Los objetivos deben ser más sencillos: elevar la calidad de las autoridades elegidas e impedir que avancen el crimen organizado y la corrupción. 

Busco espía online

Las interacciones entre personas se hace cada vez más difícil tanto cara a cara, sentados en un café, bailando en una fiesta o conversando en una banca de un parque. Las relaciones entre adultos –e incluso entre pequeños– se encuentran mediatizadas por teléfonos inteligentes, tabletas o computadoras de todos los tamaños.
No es raro ver en un restaurante a una familia sentada alrededor de una mesa, cada uno concentrado en su propio dispositivo. Incluso, el juego, las adivinanzas o las canciones que se daban cuando una familia viajaba en auto han tendido a sustituirse por videojuegos o aparatos de video para que los niños vean una película mientras los padres conversan, esperando que los niños no se aburran o no molesten.
La dificultad para la interacción parece darse en diferentes áreas de la vida social. Por ejemplo, una de ellas es la de la búsqueda de pareja, sexo casual o amistad a través de páginas de Internet con versiones gratuitas o pagas (por supuesto, con mayores beneficios).
Aspectos más anodinos también transcurren en la nube. Las compras de ropa, calzado, perfumes, regalos o libros –entre múltiples artículos– pueden darse sin problema en diversas tiendas virtuales. En algunas de ellas, incluso, se puede devolver el artículo si no gusta o no queda, recibiendo otro, sin costo adicional. Entre otras cosas que se pueden comprar en algunos países están las armas de fuego y sus respectivas balas, que llegan al domicilio entregadas por un simpático cartero como en la película “Bowling for Columbine”, de Michael Moore, en que describe cómo unos jóvenes adquieren armamento para desatar una masacre en una escuela.
También se usa Internet para buscar trabajo, pues portales como Linkedin permiten colgar el currículo laboral de las personas y así estar expuestos a escala mundial o local para cuando una empresa busque algún trabajador particular o para que los colegas más cercanos sepan acerca de nuestros cambios de trabajos, ascensos, etc.
Facebook u otras redes han sustituido esos espacios maravillosos que eran las esquinas, puertas de bodegas o cualquier muro callejero del barrio donde los jóvenes se reunían a conversar, enamorarse y crecer juntos.
Cada vez es más usual que mucha gente haga sus transacciones bancarias por Internet, ahorrando mucho tiempo en desplazarse por la congestionada ciudad para realizarlas. Pero, claro, disminuyen las posibilidades de encontrarnos con alguien interesante en una cola, en una librería e, incluso, en el contexto de un pequeño choque vehicular (unos amigos míos se conocieron esperando a sus compañías de seguro vehicular y se casaron).

Podríamos extender la lista de vínculos virtuales que se han desarrollado en los últimos años, resaltar sus beneficios y sus perversiones. Sin embargo, lo que ha causado sorpresa es una noticia periodística de El Comercio que señala que el Mossad –el servicio secreto exterior israelí, considerado uno de los mejores del mundo– esté reclutando agentes a partir de una página web que propone algunas preguntas que se asemejan a las que llenamos en cualquier cuestionario de revistas: ¿Cuántos idiomas habla? ¿Cuántos pasaportes posee? Luego de una serie de preguntas de ese tipo, algunos hombres y mujeres son reclutados a escala mundial para pasar al lado secreto del espionaje. Qué extraño uso de una red vulnerable para contactar espías. Supongo que luego de engancharse ya no jugarán a ser espías: lo serán.

domingo, 5 de octubre de 2014

La hora del sicario


Editorial: La hora del sicario
Hoy se celebran elecciones municipales y regionales en todo el país. En total, se elegirán 12.640 autoridades  regionales  y municipales (entre presidentes y consejeros regionales, alcaldes y regidores).
Sean los que fuesen los resultados de estas elecciones, la propia campaña ha dejado, entre otras cosas, la siguiente idea clara: la infiltración de las más diversas mafias  en nuestra política es un hecho cada vez más extendido, consolidado y grave. Las mafias del narcotráfico, del contrabando, de la minería y la tala ilegal, de la construcción, de las licitaciones y del simple saqueo de las arcas públicas, cada una lucha en sus zonas de influencia por llegar al poder público o por mantenerse en él.
Como consecuencia de lo anterior, el chantaje, el soborno y la violencia pura y dura se han hecho instrumentos de campaña cada vez más presentes. Un ejemplo muy ilustrativo es el del distrito huanuqueño de Amarilis. En la última década dos alcaldes de Amarilis han sido asesinados y esta semana un candidato a su sillón municipal (hijo de uno de los alcaldes fallecidos) recibió un elocuente mensaje cuando su camioneta fue quemada mientras estaba cuadrada a pocos metros de su casa, en la que él dormía.  
Pero ese es solo un ejemplo. Hay muchos más: en marzo de este año, Ezequiel Nolasco, opositor de César Álvarez, el hoy preso ex presidente regional de Áncash, fue asesinado por un sicario antes de que pudiese oficializar su postulación a la presidencia de esa región. El mismo mes, Miguel Huacre, candidato a la Presidencia Regional de Apurímac, fue lanzado desde un precipicio, mientras en Amazonas asesinaban a Damel González, padre de una abogada que se había negado a retirar su postulación a una alcaldía. Un mes después, fue acribillada la camioneta en que viajaba el líder de un movimiento regional ancashino opositor del antes mencionado Álvarez. Luego, en julio, un candidato regional fue asesinado en Huacho. Y hace menos de una semana fueron aniquilados de sendos disparos Líder Villazana, candidato a la alcaldía del distrito de San Martín de Pangoa (en Satipo), y Alejandro Manyaró (candidato a regidor de la alcaldía de Zarumilla, en Tumbes).
Y eso para hablar solo de los asesinatos. Dejando atrás, esto es, los atentados, secuestros, extorsiones y actos de vandalismo, todos ellos con fines políticos, que la Defensoría del Pueblo ha contabilizado en lo que va del año. Como dice Rolando Luque, de la mencionada institución, estamos viendo un fenómeno nuevo en el Perú: los sicarios están entrando a las campañas.
En la misma línea, el Jurado Nacional de Elecciones acaba de advertir que existe riesgo de que haya violencia electoral hoy –quema de ánforas, retención de actas, tomas de locales de votación, etc.– en 141 localidades, por lo que se ha tenido que alertar a la policía para que haga un despliegue especial en ellas. En cualquier caso, aun cuando solo la mitad de estos riesgos estuviese bien fundamentada, 141 puntos muestran un incremento geométrico respecto de las 34 localidades donde ya se dieron este tipo de actos en el 2010, las 22 que los padecieron en el 2006 y las 13 del 2002.
¿Qué es lo qué ha pasado? Entre muchos factores sobresale uno: se han multiplicado enormemente los recursos de los que disponen los gobiernos regionales y municipales por los que se pelean estas bandas sin que al mismo tiempo se hayan fortalecido en proporción siquiera semejante las instituciones que existen para dotar de mayores filtros, responsabilidad y control al sistema democrático (principalmente los partidos), así como las que tienen por función la lucha contra la corrupción y el crimen (de hecho, todas las bandas regionales que han caído en el último año se han caracterizado por tener entre sus integrantes a policías, jueces y fiscales). Como resultado de lo primero nuestras elecciones son auténticas loterías entre desconocidos surgidos para la ocasión (en esta elección están compitiendo 116.252 candidatos y 14.171 movimientos regionales y locales) por los que luego no responde nadie. Como consecuencia de lo segundo, los gobiernos regionales y locales son botines cada vez más fácilmente disponibles y, por lo tanto, atractivos para los profusos candidatos “con prontuario” de los que acaba de hablar el presidente.
Está claro que esta combinación de bolsillos fuertes con instituciones débiles se ha vuelto cada vez más peligrosa e inviable. Además, desde luego, es autodestructiva. Hay un límite a lo que puede aguantar una sociedad desprovista de caminos de representatividad eficientes sin detonar por alguna parte. Por otro lado, llegará un momento –si es que no ha llegado ya– en que los sicarios, las balas, las licitaciones arregladas, los chantajes y las coimas serán el principal obstáculo para la continuidad del crecimiento. 
El principal reto de lo que queda de este gobierno –así como el del que venga– tiene que ser este: invertir en construir las instituciones que permitan recuperar al país para la ley y pongan cauces que doten de contenido y viabilidad a nuestra democracia. 

A ti que votas por primera vez

A ti que votas por primera vez, por Gonzalo Torres del Pino
Toma agua. Si pudiera darte solo un consejo para este domingo, sería ese. Lo efectos beneficiosos del agua sobre el cuerpo humano están científicamente comprobados. Mis otros consejos están basados en una utopía que no tiene más base que mi propia experiencia subjetiva. Aún así, ahí van.
Vota. No dejes de hacerlo. Es la única forma de hacerte responsable por el futuro de tu ciudad. Tu voto es tu voz, así no votes por ninguno.No importa que votes por el que sabes que no va a salir, es tu voto. No escuches al que te diga que estás tirando a la basura tu voto. Ese no vota con su voz sino con la voz de otros.
Piensa por quién vas a votar. Investiga. Compara. Pregunta. Decide por ti mismo. No pienses tanto. No hay candidato excelente porque no es solo una persona la que entra. Son varias. Apuesta, no importa que te equivoques, la próxima lo harás mejor. No escuches al que te diga que la fregaste. Ese también la fregó antes. Aprende de tus errores. Aprende de sus errores. 
No te conviertas en el cínico que dice que esto no tiene arreglo, que todos son iguales, que todo es una basura. Ese piensa que el futuro se llama pasado. El futuro no está escrito todavía y lo que haya ocurrido en el pasado es una lección que puede cambiar el futuro. Tu voto es la apuesta al futuro. Míralo con optimismo aunque haya pesimismo a tu alrededor. Escucha a tus mayores, pero no tanto. Escucha a tu generación, pero no tanto. Escúchate a ti mismo.
Anda caminando, si puedes. Anda en bici, si puedes. Comparte el carro, si puedes. Anda temprano y si te toca reemplazar a alguien para abrir tu mesa, hazlo. Hay alguien que lo hará por ti en otra oportunidad. Asume el haberte convertido en ciudadano. No importa que haya un atún y una galleta para comer. No es la primera vez que comes eso.
Haz cola. Pacientemente. Es tu derecho, no tu deber. Cede el espacio a los mayores, sobre todo a los que ya no están obligados a votar. Ellos son un ejemplo.
Mete el dedo. No lo bañes en vaselina ni te quites el morado porque se ve feo o poco ‘cool’. Enseña el dedo morado con orgullo. Votaste. Ya eres parte de los que deciden. Aunque te equivoques.
Te equivocarás una y otra vez. Tú y todos los demás. Algún día no te equivocarás. Tú y todos los demás. Votar es pensar que todo puede cambiar. Que nada ni nadie agrie tu optimismo, tus ganas, tu futuro.
Respeta las reglas de juego. No hagas propaganda. Vicia tu voto, si eso decides, pero no escribas frases groseras o dibujos de órganos masculinos, solo tres personas lo verán. El voto es secreto.
No te tomes una foto con tu cédula. No lo trivialices, además de que es ilegal.
Cuenta si quieres después por quién votaste. No lo cuentes si no quieres. Ni en boca de urna. Sal contento por haber cumplido. Mira más tarde el conteo, pero no te pegues tanto. Habrá más elecciones en tu vida.
Sigue mis consejos o no los sigas. Es tu decisión. Pero, sobre todo, toma agua.

miércoles, 1 de octubre de 2014

La danza de las empresas públicas

Editorial: La danza de las empresas públicas
Mientras el gobierno busca promover la participación privada en varias empresas estatales (por ejemplo, abriendo parcialmente al capital privado las empresas eléctricas públicas y creando un esquema para facilitar el ingreso de privados en las empresas de servicios de saneamiento), se espera para este 15 de octubre una movilización nacional de trabajadores de empresas públicas en contra de estas iniciativas, en que también participa la CGTP. La demanda de estos grupos es además reforzar Petro-Perú, Sedapal, Electro-Perú, el Banco de la Nación y Enapu. Así, lamentablemente, algunos trabajadores intentan jalar la soga precisamente en dirección opuesta a la que ha escogido el gobierno.
Decimos lamentablemente porque pretender que el gobierno fortalezca las empresas estatales solo imposibilitaría que los peruanos accedan a mejores servicios públicos. Y es que, si algo han demostrado estas, es ser incapaces de dar un servicio tan bueno como las privadas. Esto se explica, en buena parte, porque, dado que no hay un dueño que tenga su dinero en juego, no tienen incentivos para ofrecer el mejor producto posible con el manejo más eficiente de recursos.
Uno de los casos más ilustrativos es el de Sedapal. Esta no ha logrado brindar una cobertura total en Lima, lo que fuerza a muchísimos limeños a comprar agua de fuentes informales a precios que llegan a ser 12 veces más altos que los de la empresa pública. En cambio, la empresa de agua potable de Santiago de Chile que fue privatizada, tenía hace 11 años el mismo número de conexiones que Sedapal y, sin embargo, para el 2013 ya tenía una cobertura de 100% y 20% más conexiones que la empresa de agua de nuestra capital. No olvidemos tampoco que la ineficiencia de Sedapal llevó a que el Estado (con su dinero y el de todos los contribuyentes) terminase asumiendo una deuda de S/.3 mil millones que la empresa acumuló irresponsablemente con la Sunat.
Por otro lado, los resultados de Sedapal palidecen frente a los de las otras empresas de servicios públicos que sí fueron privatizadas. En el caso de la telefonía y las empresas eléctricas, por ejemplo, en los 12 años que siguieron a su privatización aumentaron sus coberturas en 168% y 56%, respectivamente, todo esto mientras las tarifas bajaban. Mientras tanto, Sedapal aumentaba sus tarifas en 47% y su cobertura solo en 20%.
Sedapal, por otro lado, no es la única empresa de agua que funciona mal. Para el ministro Von Hesse, “14 [de las entidades prestadoras de servicios de saneamiento] presentan problemas de liquidez, 24 tienen problemas de solvencia y una […] está financieramente quebrada”.
La ineficiencia de la empresa estatal de puertos (Enapu) también está bien documentada. Luego de que el Muelle Sur del puerto del Callao fuese concesionado, una inversión de más de US$400 millones permitió que la atención a los barcos disminuyera de cuatro días en promedio a 12 horas, cosa que hubiera sido inimaginable si se hubiese mantenido en manos del gobierno.
Lo que sucede en Petro-Perú, por su parte, también es prueba de los vicios de confiar las actividades empresariales al Estado. Hace poco hicieron noticia los sorprendentes desembolsos para mejorar su alicaída imagen, como gastar US$354 mil en contratar a Paolo Guerrero para su publicidad. Y fue noticia también que varios de sus principales funcionarios se aumentaron los sueldos sin informar a su principal accionista, el Estado. Asimismo, todos hemos sido testigos de cómo la decisión de repotenciar su refinería en Talara (con el aval forzoso de todos los contribuyentes) responde a intereses puramente políticos y no se encuentra sustentada en un análisis técnico.
La historia de las empresas públicas peruanas es una de recurrentes fracasos. Repotenciarlas, como piden algunos de sus trabajadores, podría beneficiarlos a ellos, pues aumentarían transitoriamente su posibilidad de obtener mejores sueldos. Pero el costo lo asumiríamos el resto de ciudadanos, que pagamos las cuentas con el dinero de nuestros tributos y que cargamos con el costo de los pésimos servicios que brindan estas instituciones.

Elecciones: la fiestita del terror

Elecciones: la fiestita del terror, por Martha Meier M.Q.
La realidad está para ser mejorada. La apatía y el desgano no pueden ganar la batalla. ¿Es posible un mundo mejor? Sí. ¿Ese mundo mejor aparecerá espontáneamente? No. Como decía el gran Robert ‘Bobby’ Kennedy: “El futuro no es un regalo: es un logro. Cada generación ayuda a hacer su propio futuro. Este es el reto esencial del presente”.
Hay un mundo ideal al que todos deberíamos aspirar. En ese mundo, limpio y decente, los candidatos o candidatas a un cargo de elección popular ganarían los votos con ideas innovadoras para solucionar problemas y elevar la calidad.  Los postulantes a cargos públicos serían personas y profesionales exitosos, sin vicios ni tachas morales, de conducta coherente y transparente, con vocación de servicio y capacidad de pensar en grande, audaces para empezar a construir el mañana, hoy. Como lo fue, por ejemplo, Luis Miró Quesada de la Guerra.
Miró Quesada fue elegido alcalde de Lima a los 37 años y se atrevió a impulsar la modernización tecnológica del servicio de agua potable. Pensó en grande. A lo largo de 400 años el agua de Lima fue insalubre y él cambió esa historia. Entre otras, instaló a la entrada una planta de clorinación (pese a las opiniones en contra) y con eso hizo que el agua llegara ya purificada al reservorio antes de su distribución, también se aplicó alúmina contra la turbidez. Antes de Luis Miró Quesada de la Guerra, don Federico Elguera también hizo lo suyo.
Elguera modernizó la capital en infraestructura y cultura: pavimentó y asfaltó el terral que eran las calles, la dotó de iluminación eléctrica y promovió el transporte público con tranvías. Entre varias otras cosas impulsó la construcción del hoy Teatro Segura, inaugurado como teatro municipal en 1909. Estos dos alcaldes son ejemplo de hombres visionarios, audaces en sus proyectos y que pensaron en el mañana (que es nuestro hoy). ¿Era el de ellos un mundo ideal? No, pero ambos lo dejaron mejor de como lo encontraron.
Hoy, lamentablemente, los asesores no ayudan a los candidatos a comunicar sus propuestas, solo a aplanar al contrincante. La promesa queda en eso, porque la cosa es ganar por ganar, y muchas veces para robar. 
Estas elecciones son una verdadera “fiestita del terror”. Ha aparecido una nueva especie: los “expertos en guerra sucia”. Unos “especialistas” de la vulgaridad que han convertido la campaña en un circo de chismes, volantes difamatorios, atentados contra la intimidad y la armonía de las familias de los candidatos; mensajes electrónicos falsos, fotos trucadas y un sinnúmero de vilezas.
Como bien escribí ayer en El bótox se le fue al cerebro: “Ya a nadie se le ocurre llamar fiesta democrática a las campañas electorales. A menos que se refiera a esas que terminan en tragedia, entre golpes o a balazos, y con muertos y heridos desparramados en el suelo. Dirán que uno se acostumbra y se resigna a que así ocurra, pero siempre queda la esperanza de que sea mejor. Esta carrera electoral, sin embargo, ha sido peor”.
Pero si creen que lo han visto y oído todo, esperen lo que serán estos últimos 4 días de campaña: “deterror.com”. Ni lo duden. Voten por los mejores, los más decentes, los que quieren servir y no servirse de nosotros. ¡Suerte, este domingo Lima y distritos!

La última censura

La última censura, por Alfredo Torres
Los derechos a informar y ser informado son dos principios esenciales del sistema democrático. La Constitución Peruana lo ratifica al señalar que toda persona tiene derecho “a las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento [...] por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura”. Sin embargo, si Publimetro publicara hoy una encuesta de intención de voto sería severamente sancionado, ya que la ley electoral determina que solo se pueden publicar encuestas “hasta el domingo anterior al día de las elecciones”.
La censura de la que somos víctimas producto de esta norma afecta no solo el derecho de la prensa a informar sino, sobre todo, el derecho de la ciudadanía a ser informada. El argumento por el cual los legisladores formularon esta disposición proviene de una idea parcialmente cierta: que las encuestas influyen; y una idea esencialmente errónea: que esta influencia es perjudicial para los electores.
La influencia de las encuestas es indiscutible, aunque ciertamente no es mayor que una primera plana en los diarios o un reportaje en la televisión; los que felizmente no están sujetos a ninguna censura. Lo que está menos claro es en qué sentido influyen. La creencia de que influyen a favor del puntero es errónea. De la misma manera que un titular agresivo en contra de un candidato puede terminar beneficiándolo al victimizarlo, la aparición de un candidato en el primer lugar en las encuestas puede perjudicarlo al desgastarlo. Lo que sí sabemos es que las encuestas tienden a focalizar la atención en quienes van en los tres o cuatro primeros lugares y en los temas que más preocupan a la opinión pública.
Las encuestas sí son perjudiciales para los que van rezagados en la intención de voto, ya que afectan el estado anímico de sus huestes y reducen la atención que les brindan los medios de comunicación. Sin embargo, en una democracia esta información no es perjudicial para los electores. Por el contrario, los puede ayudar a tomar decisiones. Por ejemplo, una encuesta puede orientar a los indecisos a votar por el que va segundo si les parece un mal menor frente al que va adelante. Esta decisión es legítima y saludable para el sistema democrático.
Como se vio en el reciente referéndum para la independencia de Escocia, las democracias más avanzadas permiten la publicación de encuestas hasta el mismo día de las elecciones. En el Perú y otros países de América Latina las encuestas siguen circulando hasta el final, pero no pueden ser difundidas en los medios de comunicación masivos con el inconveniente de que al no ser públicas la ciudadanía no sabe si lo que circula en las redes sociales proviene de encuestas verdaderas o falsas.
Nos guste o no, en el siglo XXI se viene produciendo el crecimiento exponencial de la comunicación inmediata y la transparencia informativa. La anacrónica disposición que prohíbe la difusión de encuestas durante una semana no se condice con la expansión de las redes sociales y debe ser derogada porque es una censura que afecta la libertad de prensa y el derecho de los electores a estar bien informados. Además, el mundo digital genera espacios que no habían sido contemplados por los legisladores del siglo pasado. La página de Pubimetro en Facebook, por ejemplo, tiene más de un millón de seguidores. Cualquiera de ellos puede publicar encuestas como comentario a cualquier noticia y me sería una tarea titánica bloquearlas. Las páginas web de la prensa extranjera ya publican encuestas peruanas y no hay manera de evitarlo.
El siglo XX sufrió un exceso de producción legislativa que se ha venido extendiendo hasta nuestros días. Cada vez es más claro que esta maraña de normas fomenta la informalidad y debe ser desbrozada. La censura de las encuestas es una de esas leyes que debe ser derogada no solo porque afecta a empresas formalmente constituidas sino porque, de la misma manera como ocurre en otros campos donde reina la sobrerregulación, la principal perjudicada es la ciudadanía.