domingo, 31 de agosto de 2014

Santa Rosa y la ciudad


Santa Rosa y la ciudad, por Gonzalo Torres


La aparición de la primera santa en las nuevas tierras conquistadas por los españoles supuso no solo la confirmación de que una nueva cultura se estaba gestando en tierras americanas, sino también la vindicación de la estrategia evangelizadora en el virreinato. América necesitaba una santa propia, nacida en estas tierras y no importada y, por eso, su canonización demoró poco más de cincuenta años, casi un récord en tiempos en que el paso de ser venerable a beata y a santa eran años de expedientes que iban y venían en navíos que daban la vuelta al mundo prácticamente.

La vida de Isabel Flores transcurrió durante el gobierno de seis virreyes en una Lima que crecía urbanamente al ritmo de las campanas de las iglesias y monasterios, pues según censo del virrey de Montesclaros, en esa época (1613) Lima tenía una población de alrededor de veintiséis mil almas con un promedio de 40 recintos religiosos, entre iglesias, conventos y monasterios. Un número grande que desnuda el hecho de la necesidad espiritual, sincera o no, de la época (no es casualidad que el mismo momento histórico produjese tantos otros santos, beatos y santos populares como el Padre Urraca, por ejemplo). El hecho quizás responda al balance necesario a una actividad ferviente en esa época, la de la extracción minera de plata y oro, que sin duda traía consigo una corrupción de espíritu. 
Y allí estaba la religión católica para darle el contrapeso, al menos aparente, a esta labor. Allí también estuvo Rosa para expiar la culpa una Lima envuelta en ese tráfago de influencias. Quizás allí nace nuestra confusión de espíritu como nación: por Dios y por la Plata.
Santa Rosa dejó huella después de su muerte: una serie de damas iluminadas o alumbradas quisieron mantener ese primigenio misticismo de Lima ayudando a crear el imaginario de una mujer que ya en sus postreros días era considerada una santa. Estas mujeres de visiones extáticas terminaron sus días incineradas en un auto de fe, pues no podía haber más que Rosa.
La ciudad se impregnó de la Rosa mística y hasta ahora están las huellas más visibles de su paso por la ciudad: su cuerpo en el Convento e Iglesia de Santo Domingo; la casa de su padre, donde vivió (hoy bastante modificada) que es el santuario en el que los fieles dejan sus cartas en el pozo; cerca de allí la Iglesia de San Sebastián, donde se bautizó; al otro lado, cruzando Abancay, está la casa de los esposos de la Maza quienes la cobijaron en sus últimos días y hoy es el monasterio Santa Rosa de las Monjas.
“Rosa limensis”, es el título del libro de Ramón Mujica y nunca tan cierto, pues Rosa de Lima verdaderamente se identifica con nuestra ciudad construyendo una imaginería única. Finalmente nos queda la Rosa del billete de doscientos soles. Nuevamente Dios y la Plata.

Vigilancia sin "full HD"



Vigilancia sin "full HD", por Carlos Meléndez
Seguramente en las últimas semanas usted ha leído portadas de diarios, titulares y noticias del tipo: “Violadores y ladrones entre los candidatos”, “Cien candidatos tienen deudas con el Estado”, “Treinta y un candidatos tienen sentencias por violencia familiar”, “Trece candidatos fueron sentenciados por tráfico de drogas”. 

Efectivamente, las autoridades reaccionaron ante datos procesados por la prensa y organizaciones no gubernamentales. El Jurado Nacional de Elecciones garantizó la exclusión de 345 candidatos con sentencia vigente. La policía identificó a 115 postulantes con antecedentes de narcotráfico. La ministra de la Mujer hizo una conferencia de prensa con la lista de ocho candidatos violadores. En consecuencia, una gran preocupación cundió en la opinión pública: nuestra clase política había sido tomada por hordas delincuenciales. ¡Horror!
El problema con estos datos –con repercusión internacional– es que no pasan un análisis elemental y serio. Omiten un dato clave para entender la magnitud de las cifras: la proporcionalidad de los denunciados respecto al total de postulantes a cargos públicos en los comicios de octubre, que suman 105.991. Es decir, se prefirió decir “345 candidatos con sentencia vigente”, en vez de “0,32%”. Se publicó la cifra de “115 asociados al narco” y no se mencionó que representaban el 0,1%. No es lo mismo decir “8 violadores” que 0,007%. Ninguna de las cifras reportadas llega siquiera al 0,5% del total de postulantes. ¿Se puede revolotear el gallinero con estos datos?
Fíjese bien: es incuestionable la importancia de develar características de la clase política; así sea una sola persona asociada a delitos, merece la pena que el electorado esté informado. Mi crítica se centra en el tratamiento mediático de estos datos y su impacto. No es ninguna novedad que un gran sector de nuestra prensa es sensacionalista y que, consistentemente, busca el amarillismo como tono. Pero que organizaciones de la sociedad civil caigan en ese juego es muy grave. ¿Se trata entonces de un sesgo deliberado para desprestigiar militantemente a la política, y de paso figuretear?
La vigilancia ciudadana tiene un propósito ulterior, según entiendo: fortalecer la representación política; promover ciudadanos informados, sin sesgos, que dialoguen con una clase política receptiva y ética. Es decir, busca estrechar la brecha que separa a la sociedad de la política. Empero, la práctica vigilante “sin full HD“, descrita en párrafos anteriores, es contradictoria. Su alta resolución es parcial: enfoca el datito pero difumina la imagen restante del plano. Si bien se guía por cruces de información automatizados, no invierte en reflexión. Al final, justos pagan por pecadores y la desconfianza ciudadana en la política se agudiza. Son contribuyentes inesperados de la antipolítica.
Además, este control ciudadano se reduce a la dimensión personalista de la candidatura (una hoja de vida) y excluye lo más importante: el programa político. Es una lástima que esta “sociedad civil” asimile defectos de la era 2.0: datos sin materia gris. Situación preocupante para la cooperación internacional y sus financistas, especialmente para los propios consumidores (desinformados) de estos medios. Al final, se desacredita exageradamente a la política, en vez de forjar confianza.

El significado de Rosa, la santa criolla

El significado de Rosa, la santa criolla, por Roxanne Cheesman
Los cultos femeninos más importantes de América son el de la Virgen de Guadalupe, en México, y el de Santa Rosa de Lima en el Perú. Su origen y significado histórico, sin embargo, fueron diferentes.
Guadalupe apareció en 1531 en el monte Tepeyac ante Cuauhtlatoatzin, un indio chichimeca bautizado tardíamente como Juan Diego. El monte Tepeyac era un antiguo sitio de adoración donde los aztecas levantaron el templo de la diosa madre Tonantzin, al que llegaban con ofrendas y sacrificios, los indios de todo México.  Ese templo fue destruido por los españoles. Luego se produjo la aparición y los indios continuaron yendo para adorar a la Virgen. Muchos la seguían llamando Tonantzin y por eso los españoles prohibieron, inicialmente, el culto.
Fray Bernardino de Sahagún, escribe que los indígenas en vez de ir a las iglesias más cercanas, iban “a estas tierras de Tonantzin como antiguamente”.  En respuesta, los criollos y españoles de México adoptaron el culto a Santa Rosa de Lima, en el siglo XVII, oficialmente reconocida por la iglesia católica. Juan Diego, tal vez por su origen indio no fue canonizado hasta el 2002.
Rosa Flores de Oliva, en cambio, era una criolla cuya blancura fue siempre destacada en textos e imágenes. Fue hija de un oficial español con una criolla limeña y correctamente bautizada al mes de nacida. Se ocultó que una sirviente india percibió su santidad en la cuna y que Rosa fue guiada por su confesor dominico.
Tras su muerte en 1617, su culto fue aceptado rápidamente por las autoridades españolas: venía bien una santa criolla que consolidara el objetivo evangelizador de la conquista.
En 1669, al año siguiente de aprobarse el expediente de beatificación, la reina la declaró Patrona del Perú y tras su canonización en  1671, apenas medio siglo después, Rosa fue la santa oficial. Los españoles hallaron conveniente una santa del Nuevo Mundo y para los nacidos en el Perú, Santa Rosa fue el puntal del orgullo criollo y blanco.
Los indios intentaron adoptarla. Ramón Mujica (1995), explica que en el siglo XVII el cacique de Jauja pidió la creación de una orden nobiliaria  para los descendientes de los incas con Santa Rosa como patrona, pero no tuvo éxito. También, desde el siglo XVII, circuló entre ellos la falsa profecía según la cual  los incas volverían a gobernar después de doscientos años. Este mito fue utilizado por los mestizos del Cercado de Lima en su fallida conspiración de 1750, pero nunca fue sólida parte del imaginario indígena.
Rosa no fue el estandarte del independentismo popular, como sí  Guadalupe entre la masa indígena mexicana. Y muy por el contrario, según Fernán Altuve (1993), el virrey Abascal usó a Santa Rosa para unir a los criollos y españoles de Lima contra los insurgentes, colocando en su santuario las banderas del ejército perdedor e invocando a la santa en las misas, agradeciendo las victorias.
En ese tiempo, el Señor de los Milagros –continuador de Pachacámac– no tenía el actual arraigo popular. De haberlo tenido, quizá las masas indígenas bajo su estandarte hubieran alcanzado la libertad para ellas y para el Perú.

jueves, 21 de agosto de 2014

#IceBucketChallenge: mójate, pero "mójate" de verdad


"Mójate, pero "mójate" de verdad", por Pedro Canelo

Un buen baldazo de agua fría para reaccionar. Para despertar. La iniciativa del Ice Bucket Challenge (el reto que se ha vuelto viral por Internet) nace de Pete Frates, un ex jugador de béisbol que sufre una enfermedad degenerativa llamada esclerosis lateral amiotrófica. Enciende tu cámara, deja caer sobre tu cuerpo un derroche de agua helada y abre los ojos de los demás. La fundación de Frates en  Estados Unidos está muy cerca de sobrepasar los veinte millones de dólares en donaciones durante las últimas dos semanas. Agua fría y la piel bajo cero para que el mundo mire a este mal sin indiferencia. Agua fría para acabar con una injusta ley del hielo.
El mejor de todos en esta moda de Internet (como tantas veces) ha sido el actor Charlie Sheen. El recordado ex protagonista de “Two and a Half Men” al menos ha sido uno de los más sinceros. Lluvia de agua no, lluvia de dólares sí. En lugar de lanzarse cubos de hielo, Sheen dejó caer diez mil dólares. Eso es lo que necesitan millones de personas. Los recursos no son urgentes solo para cubrir gastos médicos de esta esclerosis sino también para la investigación.  Solo en Estados Unidos se reporta un promedio de veinte mil pacientes con esta enfermedad que puede acabar con tu vida en menos de cinco años. Solidaridad sí. Pose barata y oportunista no.
Ese es el problema de los virales. Se multiplican de manera intensa por las redes sociales, sin pedir permiso. Y la consecuencia más absurda es la desinformación. El Ice Bucket Challenge ha despertado la atención en una enfermedad distante para muchos pero también se ha convertido en una posibilidad de llamar la atención (llámalo “figuretismo”, si quieres) sin saber la naturaleza de la cruzada. Puro show para hacer ráting o para ganar unos cuantos ‘likes’. Mucha agua, pero cero donaciones.
Aquí en el Perú tenemos uno de los mejores ejemplos. Videos de futbolistas, actores, modelos y otras especies faranduleras. Todos muy graciosos, muy orondos, muy proactivos pero casi ninguno ha mencionado el nombre de la enfermedad en sus promocionados videos. ¿Es tan difícil hacerlo? Sería bueno que sepan, por ejemplo, que en nuestro país recién se está formando una renovada Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica con razón jurídica para recibir donaciones y apoyo privado o estatal. Pase y pregunte casero. 
Ojalá que en los próximos videos del Ice Bucket Challenge desde ahora escuchemos una iniciativa honesta para colaborar con los enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica en el mundo. Que no se pierda la esencia ni las ganas de ayudar. Mójate si quieres, pero “mójate” de verdad.