viernes, 26 de septiembre de 2014

La lógica y la vida

Hay una diversidad de crisis en la vida de las personas: emocionales, sociales, sentimentales, matrimoniales, familiares, económicas, profesionales y, por cierto, las que se vinculan a cada edad de la existencia. Solemos recurrir a la sapiencia del experto, pero poco o nada a uno de los recursos más sofisticados para resolver nuestros problemas: la lógica.
La lógica es fría, pero ve claro y por ver claro nos plantea la salida en cada trama. No hay la solución perfecta “Ningún placer es perfecto y un algo de inquietud enturbia nuestras alegrías” decía Ovidio. Recuerdo las discusiones con un viejo maestro acerca de las elecciones buenas. Él apostaba por la elección entre bienes, pero mis perspectivas eran más realistas. Elegimos entre bienes equiparables, sí, pero en el grueso optamos entre un bien u otro bien menor, entre un mal u otro mal mayor, entre dos males equiparables. “Nadie nace sin defectos, es el mejor quien los tiene menores”, decía Horacio.
Se suelen mencionar los inconvenientes de una elección. Es fácil registrar las ventajas a partir de la utilidad y el goce que una alternativa reporta, pero ¿Cuáles son las consecuencias? Es necesario dilucidar si es que por una opción se producirán los inconvenientes esperados y no otros señala García Gamborenea, y que aquellos no serán importantes. En el primer caso nos enfrentamos a una conjetura que nos sitúa en el limbo sin saber qué hacer. En el segundo caso confrontamos con una valoración que es fundamental.
Es claro que todo acto conlleva un inconveniente preciso, y absurdo resulta minimizar el costo y la tragedia. Leónidas encaraba el riesgo diciendo: “Si las flechas de los persas oscurecen el sol, mucho mejor: así pelearemos a la sombra”. No tenía la menor idea de lo que hablaba con relación a lo que, supuestamente, más sabía.
Lo que sigue a la evaluación de los costos es la doble interrogante que García Damborenea plantea: ¿Compensan las ventajas los inconvenientes? y ¿La presunta opción constituye la mejor de las opciones posibles?
En realidad solo quien no pierde mucho puede moverse mucho. Cuando hay demasía por perder mi respuesta es la del Tao, la del no ser, la inercia, el conservadurismo calmo, la quietud del Zen, abstenerse de obrar, la razón…
Y tú ¿Apuestas por ser racional o por seguir las arriesgadas pulsiones e imperativos que esconden tu subsuelo?

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